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miércoles, 14 de octubre de 2015

Sin que me tomen el pelo

Sin que me tomen el pelo


Sin que me tomen el pelo

Me hago mayor… sí… y como la gran mayoría, lo acepto, mitad con resignación, mitad con disimulo por si los demás, que también envejecen, por un casual, no se dieran cuenta, ya sea por despiste, mala memoria o la pérdida de visión propia de la edad... No me juzguen, qué les conozco. Tampoco es una idea tan descabellada… Al fin y al cabo, me cuido más que antes: como mejor, hago más deporte, gasto más en ropa y me apunto a todo lo que se ponga de moda y suene guay: yoga, pilates, running… pero el subconsciente siempre tiene curiosas formas de recordarnos lo que, en parte, queremos olvidar. Es jodido y poco práctico tener inteligencia cuando queremos hacernos los tontos.
Y entonces… ¡ay!, pasa lo que pasa. Después de tanto trabajo aparece un cepillo y se lleva todo al traste. Un simple cepillo, el mismo de siempre con el que nos peináramos antaño pero que ahora parece que nos esquile. ¿Cómo se puede caer tanto el pelo en un solo día?... ¿Quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos?
En fin, puedo aceptar mis arrugas con un mínimo de dignidad pero lo que una mujer de los ochenta, medio rockera, medio heavy, medio Ché Guevara, nunca puede perder sin plantar batalla es su melena.
Ahora estoy con los famosos remedios de la abuela, la típica cucharada de miel en ayunas que lejos de saber dulce a mí me sabe amarga por curiosidades de la vida, y la levadura de cerveza… que no tiene nada nada que ver con cuando te la tomas en la botella. Ni punto de comparación. Doy fe. Igualmente estoy mirando clínicas y profesionales médicos de confianza que me ayuden en mi problema sin que me tomen el pelo. En esta página web encontré un servicio de  restauración capilar que me convence, cosa nada fácil por otra parte. Hay mucho oportunista que se sube al carro de un brinco y sin preparación, y luego pasa lo inevitable. Nunca os pongáis en manos de personas sin preparación ni para un simple corte de pelo o una limpieza de cutis. Además de no estar preparados, utilizan técnicas y productos baratos y no homologados. Con la salud no se juega… ¡Jo! Otra vez el subconsciente. Me pongo seria al hablar de salud lo cual es indicativo de cierta edad en general y grado de paranoia propia.

Lo que también es cierto es que se habla mucho de los hombres con calvicie,  pero no tanto como problema estético de la mujer y también nos pasa. Curioso, ¿no? Sin traumas, ni vergüenza yo me voy a mirar lo mío de fuera de la cabeza, total, lo de dentro ya no tiene remedio. Siniestro total.